viernes, 18 de marzo de 2011


Quizás no sea la hija perfecta, ni la mujer perfecta, porque en este mundo no hay nada más perfecto que la palabra perfección.
Puedo sonreir demasiado, quizás sea uno de mis
grandes defectos, sonreir y reirme de todo.
Siempre pongo el pie derecho nada más levantarme, o ponerme siempre el zapado derecho, o moverlas piernas cuando estoy nerviosa, o siempre al salir de casa decirle a mi gato, ''adiós calcetines, pórtate bien''.
No tengo un olfato muy desarrollado, pero sé como huelen las personas, unas huelen dulce, otras a caramelo, y otras a vainilla.
No tengo vista de águila, pero se reconocer a alguien de espaldas, o desde una distancia no muy lejana, hasta por la forma de andar.
No tengo un oido tan agudo, no suelo reconocer las voces de las personas por teléfono, pero me encantan todas las voces, de cada y una de las personas que conozco.
Del tacto mejor no hablemos, no suelo meterle mano a nadie, pero siempre intento sacarle una sonrisa a alguien, con alguna cosquilla aunque carezca de ellas.
Y mediante el gusto, no suelo lamer a las personas para saber si están buenas o no, simplemente me conformo con la sinceridad.
Puedo ser bajita, puedo tener el pelo y los ojos marrones como todas las chicas, puedo odiar mis piernas como algunas, y puede no gustarme mi nariz. Nadie está conforme consigo mismo, por eso la perfección no existe.
El tiempo, es otro de mis mayores y muchos defectos, es raro que un reloj no se haye cerca mía, en el ordenador, en el móvil, en el teléfono inalámbrico, en mi muñeca, en mi cuarto, en el salón, televisión...
Pero, desde hace días, he dejado mis defectos a un lado, he vuelto a saludar a desconocidos por la calle, y
he perdido la noción del tiempo ♥

1 comentario:

  1. Sabes que? Que yo tb saludo a desconocidos por la calle >.< y me encanta =D

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